Los coches con motor térmico tienen fecha de caducidad en Europa: 2035. A partir de esa fecha, en los concesionarios solo vamos a encontrar coches eléctricos. Este es un repaso a su historia –no han llegado ahora–, sus ventajas y el futuro que les espera. 

Los coches con motor térmico, tanto diésel como gasolina, tienen los días contados en la Unión Europea. Al menos, de momento, porque desde algunos sectores del mundo del automóvil se está intentado posponer la fecha límite para vender coches nuevos con emisiones, fijada hasta ahora en 2035. Y es que la transición hacia una movilidad automovilística eléctrica si bien ya ha comenzado, quizá no lo ha hecho con la velocidad deseada por las administraciones tanto europeas como nacionales.

En el año 2024, según los datos de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA, por sus siglas en francés) se vendieron en la Unión Europea 1,44 millones de coches eléctricos sobre un mercado total de 10,6 millones, casi un 14 % del mercado. Si miramos a Europa en su conjunto (incluyendo Reino Unido y los países de la EFTA), las cifras suben hasta 1,99 millones y un total de 12,9 millones. En España, la cantidad de turismos eléctricos se queda en apenas 57.374 para un mercado de 1.016.885 unidades; es decir, solo un 5,6 % de los coches vendidos en nuestro país tenía motor eléctrico y cero emisiones.

Los porcentajes de electrificación son, por el momento, modestos, aunque claro que hay alumnos aventajados que se han puesto las pilas: Noruega (89 %), Dinamarca (51 %) o Suecia y Países Bajos (35 %). En el resto de los mercados de Europa, la adopción del coche eléctrico irá aumentando a medida que se vuelvan más accesibles. Porque, más allá de la reglamentación, este tipo de coche tiene innegables ventajas.

 

Las ventajas de los coches eléctricos

Una de las ventajas más evidentes de los automóviles eléctricos es la reducción de las emisiones de CO₂. A diferencia de los coches con motores térmicos, los eléctricos no emiten emisiones mientras circulan, lo que supone una mejora palmaria de la calidad del aire.

La contaminación acústica también se reduce porque sus motores son mucho más silenciosos que los de combustión interna, sobre todo a bajas velocidades o en el tráfico de la ciudad, dado que, a altas velocidades, el ruido más evidente es tanto aerodinámico como el procedente de la rodadura de los neumáticos.

Otra gran ventaja de los coches eléctricos es que suponen para el usuario una reducción considerable en los costos operativos en comparación con los modelos térmicos. En primer lugar, la electricidad es generalmente más económica que la gasolina o el gasóleo. Además, el gasto en taller de un coche eléctrico se reduce mucho porque este tipo de motor apenas necesita labores de mantenimiento.

 

Coches eléctricos: un poco de historia

Pero los coches eléctricos no nacieron hace unos pocos lustros. De hecho, tienen una larga historia. El primero que aplicó un pequeño motor eléctrico para hacer mover un “automóvil” fue el ingeniero húngaro Ányos Jedlik, allá por 1828. Al otro lado del Atlántico, el estadounidense Thomas Davenport construyó en 1834 un artilugio similar que rodaba en una pista circular electrificada. Pero a quien se considera el padre del coche eléctrico es a Robert Anderson, empresario y químico escocés, quien, entre 1832 y 1839, trabajó en un carruaje tradicional que se movía gracias a la electricidad, aunque muy limitado debido al tipo de batería.

Veinte años más tarde, en 1859, el científico francés Gastón Planté ideó las baterías recargables de plomo y ácido, que permitían que el vehículo rodase de forma más autónoma. Otros científicos de la época desarrollaron más las baterías y, así, en la Exposición Internacional de Electricidad de París de 1881, el ingeniero francés Gustave Trouvé presentó un triciclo movido por un motor eléctrico.

Pero el primer coche eléctrico como tal se presentó en Alemania en 1888: el Flocken Elektrowagen, creado por Andreas Flocken. Con forma de calesa, un motor de 0,7 kW y una batería de un centenar de kilos, era capaz de moverse a 15 km/h. Si bien el gran hito del siglo XIX llegó en 1899, cuando el belga Camille Jenatzy superó por primera vez los 100 km/h de velocidad, y lo hizo con el coche conocido como “La Jamais Contente”.

Cuando llegó el siglo XX, y con él la batería recargable, el coche eléctrico se convirtió en todo un éxito. Tanto que algunos estudios estiman que un tercio de los coches en las calles de Estados Unidos eran eléctricos en 1900. Entre los vehículos más vendidos entonces destacaron el Porsche Egger-Lohner P1 o el Baker Electric. Eran los favoritos de las clases altas: elevado precio, no emitían ruido, no desprendían olor ni gases que ensuciaran a los ocupantes y, además, su autonomía ya permitía cubrir los desplazamientos diarios. En un artículo de 1911, el New York Times los describía como los coches del futuro.

Unos 80 años después, y tras haberse visto relegado casi al olvido, General Motors (GM) volvería a apostar por un coche eléctrico. El EV1, de 1990, tenía 140 CV de potencia y era un sedán biplaza que podía recorrer algo más de 200 km sin repostar. GM fabricó poco más de 1.000 unidades y muchas de ellas fueron recompradas por la marca y achatarradas.

Quizás el gran impulso al coche eléctrico llegó a partir del año 2003, cuando se fundó Tesla, una empresa hoy muy conocida y que usa el apellido del inventor serbio Nikola Tesla, el gran desarrollador de la electricidad con sus estudios, entre otros aspectos, sobre la corriente alterna.

 

Evolución del coche eléctrico

Los coches eléctricos actuales han experimentado un avance espectacular. En primer lugar, por la cantidad de energía que se puede almacenar en las baterías de iones de litio, con modelos que anuncian ya más de 700 kilómetros con una sola carga, que puede hacerse hoy en menos de 30 minutos con los cargadores rápidos. También existen estaciones de carga ultrarrápida que ofrecen hasta 350 kW de potencia.

Y si, como hemos visto, los primeros vehículos eléctricos tenían motores modestos, hoy estos destacan por su potencia y eficiencia. Tanto que ya no es raro encontrar modelos que anuncian potencias en el entorno de los 1.000 CV al combinar varios propulsores eléctricos. Además, su entrega instantánea de potencia permite aceleraciones en tiempos de récord. Por ejemplo, los 2,2 segundos que tarda en pasar de 0 a 100 km/h la versión más potente del Porsche Taycan.

Pero más allá de la mecánica, los eléctricos suelen incorporar la tecnología más avanzada en seguridad y confort. Desde las pantallas táctiles de gran tamaño del coche (con Tesla, ByD o Ford, como ejemplos) o el teléfono móvil, podemos programar la calefacción, el aire acondicionado, la hora a la que queremos que el coche comience la recarga de su batería… y, por supuesto, buscar un enchufe libre para hacerlo.

 

El futuro del coche eléctrico

El futuro de los coches eléctricos se presenta brillante porque la autonomía, su gran problema, lo es cada vez menos. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), el coche eléctrico ya ha conseguido aumentar su autonomía en un 60 % durante los últimos años.

Por su parte, los ingenieros especializados en movilidad eléctrica de la Universidad de Aquisgrán (Alemania) han localizado las tres innovaciones que van a suponer un mayor avance para los coches eléctricos.

La primera, que podría llegar en poco más de un par de años, es el ánodo de silicio sustituyendo al actual de cobre que está recubierto de grafito. Con el nuevo ánodo, se obtendrá mayor autonomía y una carga más rápida (en solo 10 minutos) y asequible. La segunda innovación será la adopción general de las baterías con las llamadas celdas “Blade”, más largas y delgadas que las actuales, una tecnología que ya usa BYD, el fabricante chino de coches eléctricos, que permite en menos espacio suministrar más corriente y enfriarse de manera más eficiente. Y, por último, como tercera innovación, se espera que llegue al mercado en tres o cuatro años, la fabricación de baterías con recubrimiento en seco, con menor impacto ambiental y que, además, supondrá un aumento del 20 % en la densidad energética y un 10 % menos de costes de fabricación.

Con estas innovaciones, entre otras, se espera que los coches eléctricos de 2030 serán mucho más baratos y que superarán de largo a los actuales en cuanto a su autonomía, los tiempos de carga de sus baterías y, por supuesto, su vida útil, por lo que podríamos estar frente a una evolución similar, salvando las distancias, a la que hemos visto con los teléfonos móviles. Un Motorola Microtac de 1989, con el que solo se podían realizar llamadas, tenía una batería para 8 horas en espera y menos de una en conversación. Hoy, cualquier teléfono inteligente tiene un ligero acumulador que aguanta varios días en espera. Un dispositivo con el que, además, podemos enviar un correo electrónico, usarlo como navegador en el coche o realizar operaciones bancarias.

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