La hasta ahora boyante industria europea del automóvil no atraviesa sus mejores momentos. La transición hacia una movilidad más limpia y libre de emisiones, así como el desembarco de los fabricantes chinos de coches eléctricos no se lo están poniendo nada fácil.
La Unión Europea y sus Estados miembros se marcaron hace tiempo un doble objetivo: reducir la producción de vehículos con motor térmico e impulsar la de coches eléctricos. A pesar de las subvenciones introducidas a los vehículos de cero emisiones, las ventas de vehículos eléctricos están cayendo en muchos países de la Unión. El mercado automovilístico europeo está comenzando a notar una crisis que, además, se ve acentuada por el cada vez más poderoso desembarco de los coches eléctricos de origen chino.
La situación de la movilidad eléctrica en Europa
Las ventas de coches eléctricos en el mercado europeo hoy no tienen la chispa que hace unos años se les auguró tras anunciarse que, en la Unión Europea (UE), no podrían venderse más coches nuevos con motor diésel o de gasolina a partir de 2035.
En septiembre de 2024, los fabricantes de automóviles europeos pidieron a la UE ayuda “urgente” para hacer frente a la caída de las ventas de vehículos eléctricos. Y el problema no solo era este, sino que, además, entraban en vigor en 2025 regulaciones de emisiones más estrictas asociadas a multas por exceso de CO2.
Desde la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA, por sus siglas en francés) explican que la industria está haciendo todo lo posible para cumplir con los objetivos de descarbonización, pero que ven difícil llegar a los objetivos previstos. ¿Las razones? El descenso de las ventas de automóviles eléctricos. Para ACEA, las ventas se retraen porque los clientes echan en falta una infraestructura de carga suficiente y los precios no son competitivos debido a “la baja competitividad manufacturera de la UE”. En ACEA reclaman infraestructura de carga y recarga, entorno de fabricación competitivo, energía verde asequible, incentivos fiscales y de compra y un suministro seguro de materias primas, hidrógeno y baterías”.
Las amenazas que afrontan los coches europeos
El país más afectado por esta crisis es Alemania, el mayor fabricante de turismos de Europa. Allí, las dificultades tienen múltiples causas. En primer lugar, un abrupto descenso, seguido de un estancamiento de las ventas de coches eléctricos, que comenzó con la cancelación de las subvenciones federales. La incertidumbre económica general también está provocando un descenso en las matriculaciones de coches nuevos en general. En 2024, se vendieron 380.000 coches eléctricos, un 27,4 % menos que en 2023 mientras que, en la UE, la caída se quedó en el -5,9 % (1,447 millones de unidades). El mercado general alemán cayó el 1 % (2,81 millones), mientras que en la UE subió casi un punto porcentual (10,63 millones). A todo ello hay que sumar que los fabricantes alemanes se enfrentan a unos costes energéticos y laborales considerablemente más elevados, lo que pone mucha presión sobre las expectativas de sus resultados (que, por el momento, continúan siendo positivos).
Al mismo tiempo, el sector alemán comienza a notar su gran dependencia de China, donde realiza aproximadamente una tercera parte de su cifra de negocio. El declive de la demanda de coches alemanes en el gigante asiático, donde muchas marcas tienen su principal lugar de ventas, está mermando así su poderío.
Desde la UE se ha observado con preocupación cómo, además de en China, también en Estados Unidos se han articulado políticas de apoyo al sector –aunque la nueva Administración Trump amenaza con retirarlas– que podrían dejar a la industria europea (principalmente marcas alemanas) fuera de juego.
Por ello, la Comisión Europea comenzó una investigación en octubre de 2023 para tratar de descubrir las ayudas estatales chinas al sector del vehículo eléctrico. Se comprobó la existencia de subsidios fuera del amparo de las normas internacionales. Por ello, la Comisión presentó en el mes de julio de 2024 una propuesta de aranceles a los vehículos eléctricos importados de China. En octubre de 2024, se ratificaron dejándolos en diferentes tramos que van desde poco más del 7 % al 35,3 %.
¿Por qué tienen éxito los coches eléctricos chinos?
El primer paso para el éxito de los coches eléctricos chinos comienza antes de que ni siquiera exista el vehículo ni su batería. China es el líder mundial en controlar la extracción y el procesamiento de materias primas fundamentales para la fabricación de las baterías. El gigante asiático es el mayor importador mundial de litio y dos de las principales compañías productoras de ese metal están bajo el control de empresas públicas. Asimismo, gran parte del cobalto procedente de la República Democrática del Congo, su principal productor mundial con una cuota de mercado del 74 %, se procesa en China. También el 98 % del grafito mundial. Así que no es raro que los dos principales fabricantes de baterías del mundo, CATL y BYD, sean chinos y copen casi el 65 % del mercado mundial. El país tiene el control integral de la cadena de suministro y, según un informe de la Dirección de Estudios de CaixaBank, suministra más del 70 % de las celdas de baterías de iones de litio a nivel mundial.
Además, el Gobierno chino lleva más de tres décadas promoviendo la movilidad eléctrica. Ya en el X Plan Quinquenal (2001 a 2005), China introdujo la tecnología del llamado “vehículo de nueva energía” como proyecto prioritario de investigación científica. Desde entonces, el desarrollo de la industria del vehículo eléctrico no ha cesado.
El resultado de todas estas políticas es que hoy, según la Agencia Internacional de la Energía, los precios de las baterías son en China un 17 % inferiores que en la Unión Europea. Una ventaja significativa frente a los fabricantes europeos, ya que las baterías suponen hasta un 40 % del precio del coche eléctrico. Además, los menores costes laborales de China ayudan a tener también esta ventaja competitiva y colocan a China desde hace años como el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo: a finales de 2023, China representaba el 29 % de las exportaciones mundiales de vehículos eléctricos con la Unión Europea como su principal destino.
¿Pero por qué apostó China por el coche eléctrico? En primer lugar, por la necesidad de encontrar una solución a los graves problemas de contaminación atmosférica que sufren las muchas megaurbes del país: hay unas 120 ciudades de más de un millón de habitantes, 29 de ellas con más de cinco millones. Desde los años 90 del pasado siglo, las autoridades introdujeron restricciones a la circulación de vehículos de combustión. También comenzaron, en la década de los 2000, la electrificación del transporte público con autobuses y taxis. Y dichas medidas, junto al desarrollo de una densa red de estaciones de recarga, han contribuido a una rápida transición hacia la movilidad eléctrica, tanto que, hoy en día, el 60 % de los vehículos eléctricos circulan en China.
Europa tiene que ponerse las pilas
El auge del vehículo eléctrico chino plantea retos y oportunidades. Por un lado, los coches asequibles procedentes de China (incluidos los modelos producidos allí por empresas europeas como Volkswagen, Cupra, Dacia…) pueden acelerar la transición hacia la movilidad eléctrica en Europa y alcanzar los objetivos medioambientales. Por otro lado, preocupa el posible impacto negativo para los fabricantes de automóviles, por lo que se han impuesto los aranceles antes mencionados. Pero estos podrían provocar efectos no siempre deseados, como la subida de precios o el crecimiento más lento del parque de vehículos eléctricos en Europa. En el lado positivo, los fabricantes chinos podrían comenzar a instalarse en el Viejo Continente, con lo que podría esperarse un aumento de la producción y del empleo.