El sonido que produce un coche puede amarse, odiarse o, simplemente ignorarse porque apenas se percibe. Aunque popularmente se cree que la mayor fuente de ruido de un automóvil es el motor, lo cierto es que, entre los 50 y 120 km/h, aproximadamente, los neumáticos son la fuente que genera más rumorosidad. Hay excepciones, como los automóviles superdeportivos, cuyo escape genera muchos decibelios y que, por lo general, agradan a quien lo conduce (lo aman incluso) y molestan a quienes los sufren al pasar.
Pero volvamos a los neumáticos. La causa más obvia por la que generan ruido es por su contacto con la superficie sobre la que circulan. ¿Pero cómo lo hacen? Por un lado, por los golpes de los bloques que forman la banda de rodadura contra la superficie, e incluso cuando al rodar se separan de ella. Y, por otro lado, también al avanzar el coche y comprimir aire en los surcos de la banda de rodadura.
Cuidado donde pisas
Todos los conductores hemos pasado por esta experiencia: de repente, con un cambio del firme, el ruido de la rodadura alcanza altos niveles o, por el contrario, este casi desaparece. El ejemplo más evidente es cuando nos adentramos en un tramo donde todavía se conserva el adoquinado: más ruido y, también, vibraciones en la suspensión.
La solución para reducir el ruido viene, por un lado, del uso de firmes menos ruidosos. Estos asfaltos fonoabsorbentes pueden llegar a recortar la rumorosidad de forma notable (hasta un 75 % en algunos casos). Y en ellos, curiosamente, los neumáticos tienen un papel esencial: están realizados con caucho triturado hecho a partir de cubiertas usadas y mezclado con grava. El aglomerado resultante deja más espacio entre las piedrecitas y, así, es capaz de absorber el ruido.
Desgraciadamente no todos los firmes son de este tipo, así que los fabricantes de neumáticos también se esfuerzan para crear productos que ofrezcan una baja sonoridad.
Mucha tecnología para que los neumáticos suenen menos
Para la mayoría de los conductores, que un neumático sea más o menos confortable está ligado a la rumorosidad que genera. Aunque no hay que olvidar que otras de las funciones fundamentales de los neumáticos son absorber impactos y amortiguar vibraciones, además de, por supuesto, mantener el coche agarrado a la carretera.
Así que los fabricantes de neumáticos tienen que completar un tremendo puzle para que todas las piezas encajen: equilibrar rigidez y elasticidad, buen agarre y baja resistencia a la rodadura y, por supuesto, que suenen poco.
Respecto a este último aspecto, los diseños de la banda de rodadura suelen tener bloques de formas variadas y, además, están colocados de forma simétrica e irregular. Sus ranuras transversales se posicionan de tal forma que su entrada y salida no coincida con el borde de contacto de la banda de rodadura. Asimismo, otro de los factores que influye en la sonoridad es lo blanda o dura que sea la goma utilizada.
Pero, además, otros fabricantes como Kumho utilizan avanzadas soluciones para absorber el sonido. Se denomina K-Silent y coloca en el interior de los neumáticos materiales de absorción acústica fabricados con espuma de poliuretano. De este modo se ayuda a reducir el ruido de resonancia causado por la vibración que genera el aire al contactar el neumático con la carretera. Gracias a esta tecnología, las cubiertas anchas y de bajo perfil –habitualmente las más ruidosas– pueden utilizarse en vehículos eléctricos de altas prestaciones.
El ruido nos cuenta posibles fallos del neumático
Pero el sonido procedente de los neumáticos también puede ser una fuente de información muy interesante para el conductor. Por ejemplo, cuando un neumático sufre desgaste irregular, suele generar un ruido molesto. Basta entonces con realizar una inspección visual de la banda de rodadura y, si el desgaste no es idéntico en toda la superficie, toca cambiarlos y, por supuesto, realizar una alineación para que no se repita el problema.
Si notamos un aumento del ruido procedente de los neumáticos en un trayecto que realizamos habitualmente –y sabemos que los neumáticos están en buen estado–, puede ser síntoma de una baja presión. Así que toca revisarlos: siempre en frío y con las presiones recomendadas por el fabricante para cada eje y circunstancia (carga, media carga, etc.).
También podemos notar golpecitos al rodar, pequeños “tac-tac-tac” que aumentan o disminuyen a la par que la velocidad. Entonces, lo más probable es que en los surcos del neumático haya quedado atrapado algún pequeño objeto (habitualmente una piedrecilla o grava). Pero debemos revisar el neumático y localizar de dónde procede el sonido porque, en el peor de lo casos, un clavo o tornillo puede que haya pinchado la cubierta, aunque no hayamos notado una evidente pérdida de presión. En este caso, lo más recomendable es sustituir el neumático de inmediato.
La etiqueta nos ayuda a elegir el mejor neumático
Y si toca sustituir los neumáticos, lo mejor para conocer el nivel sonoro de los nuevos es mirar la etiqueta obligatoria que todos ellos incorporan. En su parte inferior, bajo los índices de consumo y adherencia en superficie mojada, se encuentra el icono de un neumático con tres ondas sonoras y un valor numérico que indica los decibelios (dB).
Habitualmente, un neumático cuyo nivel sonoro sea inferior a 70 decibelios está considerado como bastante silencioso. Estas mediciones se realizan en el exterior del vehículo por lo que, con el mismo neumático, el sonido en el interior dependerá del coche en que se monte. Las razones para ello, entre otras, son que el material fonoabsorbente varía entre diferentes modelos de coche (cantidad y tipo). También que el diseño del vehículo es diferente: suspensiones, espacio del habitáculo, ventanillas laminadas o sencillas, etc.